sábado, 2 de julio de 2011

La mentira

¿Que es la mentira? La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tendría el afrontar la verdad de alguna cosa. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias. Sin embargo a la larga si llega a convertirse en hábito, puede suponer un trastorno psicológico considerable.

¿A quien hace daño la mentira? La mentira puede hacer daño al destinatario pero en última instancia a quien más perjudica es al mentiroso, ya que le convierte en una persona poco fiable, indigna de confianza y carente de crédito.

Parece que desde que nacemos y nos comenzamos a relacionar con los demás comenzamos a ser conscientes de las repercusiones que tiene en los demás nuestra conducta. Y hay dos formas de afrontar esa conducta de relacionarnos con los demás:

Afrontando estos comportamientos tanto agradable como desagradable. Ejemplo, reconocer que hemos cometido un error que nos hemos equivocado. Dar la cara supone generalmente la mejor opción, ya que aún suponiendo que nos vayan a castigar, demostramos que somos responsables de nuestros actos y por tanto los demás nos tomaran en serio.

Evitando o huyendo de dicho acontecimiento. Siempre cuado huimos de nuestros actos, estos nos persiguen de uno u otro modo. Saber que no hicimos lo correcto, nos evadimos sin hacernos cargo.

Cuatro Tipos de mentiras:
La hecha en forma esporádica, todos alguna vez mentimos ¿Hay mentiras piadosas? Esa es la pregunta que todos nos hacemos, y quien justifica la mentira hace suya la frase de que "el fin justifica los medios"

La evolutiva, que comienza en la niñez y es reforzada por los padres/madres con las mentiras de la infancia, ejemplo; viene el señor malo y te lleva.

La que se dice como producto de un padecimiento sintomático para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje que nos da brillo y es para mejorar nuestra propia autoestima, inventando logros y consecuciones personales

La efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira. Es la complicada y la quien lleva a la mentira compulsiva.

¿Por qué mentimos?
Determinadas personas, en algún momento, aprenden a eludir sus responsabilidades mintiendo. Si lo realizan durante mucho tiempo, la mentira termina convirtiéndose en hábito, apareciendo de este modo un trastorno psicológico serio que le impide controlar su comportamiento, donde la mentira acaba dominando al individuo.

La mentira se da también porque el sujeto obtiene cierto placer, se siente más listo que los demás. El hecho de correr cierto riesgo favorece la aparición de una elevación de adrenalina y cierto placer asociado al riesgo. Recibe el beneficio secundario que supone el no afrontar el acto realizado. Sin embargo cada mentira, además puede llevar asociada que la persona se vea obligada a unirla con otras nuevas.

Otra causa está relacionada con la autoestima. Llevados por la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, podemos caer en la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que causemos una impresión favorable en las demás personas. Esta es quizás el origen de la mentira que más se está generalizando en nuestro tiempo en la que la imagen superficial y la búsqueda de estereotipos y clichés socialmente aceptados se están imponiendo.

Mentir es un recurso fácil de valer sin tener que pasar por esfuerzos ni penurias, aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos para disminuir a las personas que envidia: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándolo ante a los que quería influir.La mentira que busca impresionar para mejorar, se puede transformar en un trastorno de la personalidad que podríamos llamar pseudología fantástica que es una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores o en las personas que nos escuchan.


Este afán por impresionar esta basado en la imperiosa necesidad de resultar valiosos e geniales por medios tramposos ya que por los medios naturales y habituales de la simpatía y de la espontaneidad se duda de poder conseguirlos.

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