Las instrucciones incluyen fundamentalmente un énfasis en la pasividad y en no hacer movimientos ni evitaciones de las sensaciones que llegan a la conciencia. Las instrucciones concretas que se dan son las siguientes: Esto se practica en pareja, que no quiere decir matrimonio, novios, puede ser amigas/os, etc.
Posición: tumbado con las rodillas dobladas y con los pies apoyados en el suelo. Las rodillas pueden ponerse juntas si se está más cómodo o separadas si se prefiere.
Se trata de centrarse en la sensación más desagradable que tengamos y entrar en contacto con ella. Permanece en contacto como si fueras un foco de luz que no empuja ni fuerza nada y que tampoco deja nada como está. Se trata de hacernos amigos de nuestras sensaciones, de ver cómo son y cómo evolucionan por sí solas sin intervenir nosotros. Dejando que la sensación evolucione como quiera, si algo nos duele dejamos que el dolor se desarrolle, crezca o disminuya sin intervenir.
Al ser una sensación desagradable tendemos de manera automática a intentar que disminuya y desaparezca, ahora hay que dejarla que crezca, si ésa es su evolución natural. Contactar ligeramente, que sean las sensaciones las que guíen nuestra conciencia; no intentemos sentir lo que queremos sino lo que el cuerpo nos dice. Vamos a observar la sensación, ver sus características, qué parte del cuerpo está involucrada, si es aguda, sorda, si siempre es igual o va cambiando con el tiempo, etc. Lo más importante es observar sin intervenir. Si alguna otra sensación se hace más fuerte que la que hemos contactado nos vamos a ella. Vamos a dejar que todas las sensaciones desagradables lleguen a nuestra conciencia.
Evitar los movimientos conscientes puesto que generalmente intentan hacer desaparecer las sensaciones desagradables. Vamos a trabajar desde la pasividad. Si algún movimiento involuntario surge dejarlo que ocurra también pasivamente.
La pareja debe estar muy atenta a su propio cuerpo relajando las tensiones que aparezcan y atenta también a lo que le pasa al compañero, debe estar presente pero sin intervenir en el proceso. De vez en cuando el que está trabajando le informará de lo que siente, de cómo va y lo que está pasando con la sensación que está. El que ayuda debe animarlo a seguir con las sensaciones, a mantenerlas sin intentar eliminarlas.
Si alguno no encuentra ninguna sensación desagradable, que empiece a sentir las sensaciones que tiene en la cabeza y luego en el cuello y recorra todo el cuerpo dejando que las sensaciones llenen su conciencia sin intervenir.
Aplicaciones de la aceptación pasiva de las sensaciones:
Existen algunos que es fundamental esta aceptación de las sensaciones corporales. El más claro es el de los hipocondríacos que interpretan como amenazante alguna de las sensaciones corporales que sienten e intentan evitarlas. Una labor de la terapia es la exposición a la sensación de manera que la acepte sin que dé respuesta de huida ante ella.
El objetivo de este trabajo en la terapia es la aceptación pasiva de las sensaciones corporales. La propuesta que se presenta aquí se ha realizado con hipocondríacos con resultados clínicos muy positivos. En realidad se realiza una inundación a las sensaciones corporales que son interpretadas por los pacientes como desencadenante de un ataque al corazón, infarto, pérdidas de control, etc. Se mantiene la sensación hasta que se va diluyendo.
Posición: tumbado con las rodillas dobladas y con los pies apoyados en el suelo. Las rodillas pueden ponerse juntas si se está más cómodo o separadas si se prefiere.
Se trata de centrarse en la sensación más desagradable que tengamos y entrar en contacto con ella. Permanece en contacto como si fueras un foco de luz que no empuja ni fuerza nada y que tampoco deja nada como está. Se trata de hacernos amigos de nuestras sensaciones, de ver cómo son y cómo evolucionan por sí solas sin intervenir nosotros. Dejando que la sensación evolucione como quiera, si algo nos duele dejamos que el dolor se desarrolle, crezca o disminuya sin intervenir.
Al ser una sensación desagradable tendemos de manera automática a intentar que disminuya y desaparezca, ahora hay que dejarla que crezca, si ésa es su evolución natural. Contactar ligeramente, que sean las sensaciones las que guíen nuestra conciencia; no intentemos sentir lo que queremos sino lo que el cuerpo nos dice. Vamos a observar la sensación, ver sus características, qué parte del cuerpo está involucrada, si es aguda, sorda, si siempre es igual o va cambiando con el tiempo, etc. Lo más importante es observar sin intervenir. Si alguna otra sensación se hace más fuerte que la que hemos contactado nos vamos a ella. Vamos a dejar que todas las sensaciones desagradables lleguen a nuestra conciencia.
Evitar los movimientos conscientes puesto que generalmente intentan hacer desaparecer las sensaciones desagradables. Vamos a trabajar desde la pasividad. Si algún movimiento involuntario surge dejarlo que ocurra también pasivamente.
La pareja debe estar muy atenta a su propio cuerpo relajando las tensiones que aparezcan y atenta también a lo que le pasa al compañero, debe estar presente pero sin intervenir en el proceso. De vez en cuando el que está trabajando le informará de lo que siente, de cómo va y lo que está pasando con la sensación que está. El que ayuda debe animarlo a seguir con las sensaciones, a mantenerlas sin intentar eliminarlas.
Si alguno no encuentra ninguna sensación desagradable, que empiece a sentir las sensaciones que tiene en la cabeza y luego en el cuello y recorra todo el cuerpo dejando que las sensaciones llenen su conciencia sin intervenir.
Aplicaciones de la aceptación pasiva de las sensaciones:
Existen algunos que es fundamental esta aceptación de las sensaciones corporales. El más claro es el de los hipocondríacos que interpretan como amenazante alguna de las sensaciones corporales que sienten e intentan evitarlas. Una labor de la terapia es la exposición a la sensación de manera que la acepte sin que dé respuesta de huida ante ella.
El objetivo de este trabajo en la terapia es la aceptación pasiva de las sensaciones corporales. La propuesta que se presenta aquí se ha realizado con hipocondríacos con resultados clínicos muy positivos. En realidad se realiza una inundación a las sensaciones corporales que son interpretadas por los pacientes como desencadenante de un ataque al corazón, infarto, pérdidas de control, etc. Se mantiene la sensación hasta que se va diluyendo.
Es una técnica de inundación a la sensación más desagradable que se tiene y que con sólo mencionarla suele aparecer la que se está evitando, la que se interpreta como infarto, dolor, etc. El estímulo que se mantiene es la propia sensación y se da la consigna de eliminar todas las conductas de evitación, en concreto movimientos, manteniéndose en completa quietud y la atención en la sensación. Al sugerir que se dé solamente la respuesta de relajación, si se es capaz de darla, se elimina cualquier respuesta de evitación y se favorece el mecanismo que lleva a la extinción o inhibición de la sensación.
Se ha enseñado a la persona a ser más estoica. En vez de hacer una conducta manifiesta y de evitación de sensaciones amenazantes o desagradables se le enseña a dar una respuesta pasiva, de aceptación y de relajación, que es más adecuada en muchos casos.
También puede ser una buena ayuda que se realice, puesto que en muchos casos la evitación está asociada a sensaciones desagradables. Si el sujeto acepta sus sensaciones será más fácil o corta la exposición.
Se ha enseñado a la persona a ser más estoica. En vez de hacer una conducta manifiesta y de evitación de sensaciones amenazantes o desagradables se le enseña a dar una respuesta pasiva, de aceptación y de relajación, que es más adecuada en muchos casos.
También puede ser una buena ayuda que se realice, puesto que en muchos casos la evitación está asociada a sensaciones desagradables. Si el sujeto acepta sus sensaciones será más fácil o corta la exposición.